Mientras el sector pecuario muestra un hato ganadero en crecimiento, los precios de la canasta básica alcanzan niveles sin precedentes. Esta crisis revela la compleja dinámica que enfrentan los productores entre la capacidad productiva y las distorsiones del mercado.
La canasta básica en México ha alcanzado un nivel histórico, un fenómeno donde los productos de origen pecuario se han erigido como componente decisivo. Este panorama general, sin embargo, encubre realidades sectoriales complejas como la paradójica situación de la carne de res: pese a un hato ganadero en aumento, su precio al consumidor se ubicó en 214 pesos por kilo durante la primera quincena de septiembre, registrando un incremento intermensual del 2% y una sustancial alza del 21.5% frente al mismo periodo del año anterior.
Esta aparente contradicción encuentra su explicación en las restricciones comerciales impuestas por Estados Unidos debido a los casos de Gusano Barrenador del Ganado (GBG). La medida sanitaria ha detenido en la frontera alrededor de 600,000 cabezas, generando un excedente de ganado en pie que, en lugar de abaratarse, ha visto su precio presionado al alza por una combinación de factores. La sequía, un incremento en la demanda interna y los costos logísticos asociados a la crisis sanitaria han permitido que el precio de la carne de res acumule una inflación del 17% desde noviembre de 2023, cuando se detectó el primer caso.
El sector pecuario en su conjunto demostró su peso específico durante las primeras semanas de septiembre, cuando los precios de sus productos dentro de la canasta básica registraron un aumento agregado del 12%. Este dato refuerza la influencia determinante de la actividad ganadera en el índice de precios general, evidenciando cómo los desafíos sanitarios y comerciales se traducen directamente en presiones inflacionarias. La crisis del GBG representa un desafío operativo y comercial para los productores, donde las medidas sanitarias del USDA y del SENASICA añaden complejidad a la movilidad y comercialización del ganado.
En este escenario, el sector pecuario se revela no solo como víctima de las circunstancias sino como actor fundamental en la configuración económica nacional. Mientras las autoridades trabajan para resolver la crisis sanitaria, los productores enfrentan el doble desafío de mantener la rentabilidad ante el aumento de costos y garantizar el abasto nacional. Esta situación crítica subraya la urgente necesidad de políticas integrales que reconcilien la salud del sector con la estabilidad de precios, reconociendo que la viabilidad de la ganadería mexicana es, en última instancia, condición indispensable para la seguridad alimentaria del país.